Comienzo de la ruta

Estas pequeñas vacaciones nos hemos decantado por hacer otro viaje en tierras francesas entre Bourdeaux (en la costa atlántica) y Sète (en la mediterránea). No sabemos qué tal andaremos de tiempo (en sentido atmosférico) ya que parece que va llover la semana que viene, ni de tiempo (cronológico) ya que no tenemos demasiados días para esta ruta.

Preparados para la ruta
Preparados para la ruta

De momento estamos pasando la noche en las afueras de Bourdeaux, en un hotel de carretera al que nos ha traído una amabilísima y simpática pareja (Laurent y Nicole). Nos han sido de mucha ayuda ya que estábamos en la puerta de un hotel, en un pequeño pueblo de la ruta, en el que no había nadie y nos han acompañado a buscar este en el que estamos, que además es más económico. Gracias a ambos si algún día leéis esto.

Mañana empezaremos a pedalear siguiendo el Garona. En la próxima entrada os contaremos nuestras andanzas.

Etapa 1: Latresne-Meilhan sur Garonne (84kms)

Después de dejar el hotel de carretera donde hemos dormido, nos hemos dirigido al pequeño pueblo de Latresne en el que hemos empezado la ruta. Está a 10 km de Bourdeaux así que, cuando volvamos en tren, nos tocará hacer ese trayecto en la bici para coger la furgoneta y emprender la vuelta a casa. Pero para esto aún nos queda un viaje por delante…

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Desde que hemos salido de Latresne hemos disfrutado de un regalo de día. La temperatura ha sido ideal para el pedaleo y el sol nos ha acompañado todo el camino.
Hemos pasado por paisajes variados. Primero el camino ha transcurrido a la sombra de hileras de árboles. Poco después hemos entrado en terrenos agrícolas, especialmente de viñedos. No hay que olvidar que estamos en la denominación de origen de Bourdeaux.

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El hermoso sol que ha lucido ha sacado lo mejor de estos paisajes. El verde es espectacular por todas partes y los pequeños y hermosos pueblos que hemos ido encontrando cada pocos kilómentros han hecho de la etapa un goce contínuo.

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Ya hemos hablado en algún viaje anterior por Francia que es un país bien acabado y rematado. Todo el paisaje tiene una armonía especial. Cualquier pequeño pueblo tiene un encanto que te llama a entrar en él. Lo mismo ocurre con el espacio agrícola e incluso con las propias casas que tienen cuidado hasta el más mínimo detalle.

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Hemos seguido la vía verde hasta Sauveterre de Guyenne, pueblo en el que hemos parado a comer degustando los panes franceses (otro de los puntos fuertes de este país).

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Desde aquí hemos tenido que seguir pequeñas carreteras comarcales sin apenas tráfico y con algún sube y baja hasta La Réole, que está ya en la ribera del Garonne. Aquí hemos cruzado el río en dirección a Fontet, y desde aquí hemos empezado la vía verde que transcurre junto al canal del Garonne.

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Nuestro fin de etapa ha sido Meilhan sur Garonne, un pequeño pueblo junto al canal que cuenta con un puerto para los barcos que lo transitan. De hecho estamos pasando la noche en el camping del puerto que, aunque oficialmente no abre hasta el 1 de junio, nos han dejado quedarnos por el módico precio de 3€. Hay un par de parejas de cicloturistas más aunque durante el camino no hemos visto a casi ningún otro.
Bueno, mañana seguiremos junto al canal hasta donde nuestras piernas manden.

Etapa 2: Meilhan sur Garonne-Moissac (120 kms)

A pesar de no haber dormido especialmente bien hemos sido madrugadores y a las 8 y media estábamos pedaleando. Y encima hemos tenido que cambiar una cámara de la bici recién levantados ya que por la noche había perdido todo el aire.
Desde Meilhan hemos continuado canal arriba en dirección a Agen, que era el destino previsto para comer. La mañana se ha levantado con bastante humedad y niebla. La tienda estaba empapada y junto al canal hacía fresquito. Durante unos kilómetros nos ha acompañado un amigo ciclista de un pueblo de al lado. Un señor con el que hemos ido conversando, como hemos podido, sobre cosas de la zona.

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Durante esta primera parte de la etapa hemos ido viendo más movimiento de barcos de recreo y de gente haciendo deporte o paseando junto al canal.

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La verdad es que al final se ha quedado una mañana estupenda con un sol espléndido. Hemos parado un par de veces junto al camino para reponer fuerzas. Al final hemos llegado a Agen sobre las 13:30 h, aunque en el último tramo los kilómetros ya pesaban (llevábamos unos 70kms casi del tirón). La entrada a Agen es realmente curiosa ya que el canal cruza el inmenso Garona a través de un puente enorme, bueno un acueducto en realidad. Es espectacular ver un barco sobre un puente que a su vez está sobre un río enorme.

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Agen, como casi todas las ciudades y pueblos que vamos visitando, no decepciona. Tiene un centro muy cuidado y con unos cuantos edificios medievales. Lo malo es que casi todo está cerrado. Claro, es domingo, pero es que incluso los restaurantes cierran. Al final hemos podido comer en la terraza de una brasserie al más puro estilo francés.

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Con las fuerzas repuestas hemos continuado camino junto al canal. Los kilómetros ahora han ido bastante más rápido y casi sin darnos cuenta hemos llegado a Valence d´Agen, que dista 28 kms de la anterior. Hemos subido al pueblo a tomar un refresco y hemos dado una vuelta por sus hermosas y desiertas calles y plazas.

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Desde aquí hemos ido en busca de la ciudad de Moissac circulando entre el canal y un inmenso Garona sujeto por enormes diques de cemento. Toda la ribera está jalonada de plantaciones de frutales y a nuestra izquierda se han ido sucediendo colinas cubiertas de una hermosa vegetación con variados tonos de verde y muchas flores.

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Al final hemos dejado el Garona a un lado y hemos seguido el curso de otro río inmenso, el Tarn, hasta la hermosa ciudad de Moissac, en cuyo camping estamos alojados ahora.

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Mañana, si nos levantamos pronto, quizás visitemos la famosa abadía de Sant Pierre.
Como hoy le hemos dado cera al asunto mañana nos espera una etapa más suave de unos 66 kms con llegada en Toulouse, ciudad que tenemos ganas de visitar.
Ya os contaremos.

Etapa 3: Moissac-Toulouse (70 kms)

Esta mañana, después de dejar el camping, muy agradable por cierto, hemos aprovechado para dar un último paseo por el pueblo y desayunar. Por desgracia las boulangeries cierran los lunes así que nos hemos tenido que conformar con un supermercado. Hemos disfrutado de un café con vistas al pórtico de la abadía de Sant Pierre, una joya de la arquitectura románica. Los amantes de la Historia del Arte nos matarán si decimos que no hemos entrado al claustro, quizás el ejemplo más importante de este estilo. Pero es que se nos echaba el tiempo encima y queríamos aprovechar el día en Toulouse. Es lo que tiene viajar con pocos días, que hay que elegir…

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Hemos comenzado la ruta con un día estupendo. Hoy no hemos tenido niebla y desde primera hora hemos disfrutado de un día espectacular. Nada más dejar Moissac hemos cruzado, nuevamente, uno de los acueductos que hacen que el canal salve el curso de un río a través de un puente. Aquí los llaman puente canal (pont canal) y quizás sea el término más preciso.

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En el tramo de hoy hemos encontrado menos pueblos y menos gente circulando por él. También es cierto que ayer era domingo y hoy lunes pero esta zona se nota menos habitada. Hemos parado un par de veces para descansar y reponer fuerzas pero el camino ha sido muy tranquilo y suave. Hemos visto más lagartijas que personas e incluso nos hemos cruzado con una enorme rata de agua (no sabemos si es exactamente eso). Parece ser que estos roedores han infectado el canal con un microbio que lo hace no apto para el baño. De hecho las personas que trabajan en el canal tienen que vacunarse contra él.

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El paisaje ha estado dominado por el bosque de robles, las zonas de cultivo, los frutales…y llegando a Toulouse hemos empezado a notar la presencia progresiva de más y más industrias.
Hemos llegado a Toulouse a eso de las 14:30h y lo primero que llama la atención es la vida de sus calles. El primer paseo por el corazón de la ciudad deja un agradable sabor y las ganas de conocerla más a fondo. La zona del río tiene una especie de playa de hierba llena de corros de gente joven disfrutando de ella.

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Después de un agradable paseo con las bicis hemos decidido buscar un lugar para dormir, dejar las bicicletas y continuar conociendo la ciudad a pie. Después de unos cuantos kilómetros rodando el cuerpo agradece estirar las piernas y ver las cosas con más lentitud y detenimiento.

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Aquí ha acabado nuestro periplo por el canal del Garona. Mañana comenzaremos el canal del Midi. Ambos canales se juntan aquí y permiten que prácticamente se comunique el Mediterráneo y el Atlántico.
Hay muchas más cosas que contar de Toulouse pero este quizás no sea el lugar de contarlas. De todas forma,s a los que no la conocéis, os animamos a venir a verla porque seguro que no os defraudará.

Etapa 4: Toulouse-Carcassonne (106 kms)

Después de dormir a pierna suelta en una cama en condiciones, hemos desayunado en la puerta de un supermercado en el que hemos hecho provisiones. Es verdad que no es el lugar más idílico pero a buen hambre…Mientras desayunábamos, se nos ha acercado un chaval, de unos treinta años, para ofrecernos su casa por si queríamos ducharnos o descansar…Le hemos agradecido, muy sinceramente, su gran hospitalidad, pero veníamos directamente del hotel y lo que queríamos era partir pronto. La gente, durante todo el trayecto, está siendo realmente amable con nosotros. Hemos emprendido la ruta a eso de las 9:30h de la mañana en busca del canal.

Empezando el nuevo tramo del canal.
Empezando el nuevo tramo del canal.

Hoy comenzamos el tramo del canal del midi, que en realidad es la continuación del canal del Garona hacia el mar Mediterráneo. Desde el primer momento se aprecian sutiles diferencias entre ambos trazados y más adelante, como explicaremos, las diferencias son más notables. Lo primero que llama la atención es que el camino a lo largo de este es más sinuoso.

Esclusas en curva del canal del Midi.
Esclusas en curva del canal del Midi.

El canal traza continuas curvas y recodos, lo que hace que sea más entretenido. Unos 50 kms más adelante la senda junto al canal deja de estar asfaltada y poco a poco se va haciendo más estrecha y con más obstáculos. Especialmente desde Seuill de Narouze, lugar que divide las aguas del canal en las dos vertientes, atlántica y mediterránea. Es el punto más alto de todo el recorrido (cerca de 200m) y a partir de aquí las esclusas funcionan a la inversa de cómo venían haciéndolo. La primera esclusa de esta vertiente es, como no, la del Mediterráneo. En la segunda de ellas hemos parado a comer. Esta zona está menos transitada tanto por fuera como por dentro del canal. No vemos ningún barco y apenas gente en todo el tramo. Hemos aprovechado unas escaleras de piedra junto a la esclusa y hemos disfrutado de la comida con un espléndido sol en la cara.

Sendero de tierra.
Sendero de tierra.

Hay que decir que hasta bien entrado el día no se tiene una sensación de calor puesto que circulamos todo el rato a la sombra de unos enormes árboles (los que se conocen comúnmente como plataneros, de los que dicen que hay más de cien mil a lo largo del canal). Aún así el tiempo que estamos teniendo es difícil de mejorar.

Plataneros en el camino.
Plataneros en el camino.

Después de comer hemos pasado unas cuantas esclusas, lo que quiere decir que hemos bajado unos cuantos metros de pendiente. Hemos llegado a un pueblo llamado Castelnaudary, en el que hemos dado un paseo y hemos tomado un postre (vivan las boulangeries). En este pueblo el canal forma un pequeño estanque circular que forma una interesante vista con el pueblo al fondo. Aquí hemos visto a unos chavales pescando, mientras dos de los enormes roedores que pueblan el canal intentaban quitarles el cebo.

Roedor que puebla el Canal.
Roedor que puebla el Canal.

Para los que seáis aficionados a la historia medieval o al esoterismo, esta fue zona de cátaros y precisamente en este pueblo tuvo lugar el asesinato de varios inquisidores, lo que debió de dar lugar a la cruzada contra los albigenses. Por toda esta comarca se habla el occitano (Languedoc) y, en un plano más terrenal, es famoso un plato de habas llamado Cassoulet, que aún no hemos tenido el placer de probar.
Desde este pueblo hasta Carcassonne, nuestro destino de hoy, el camino ha sido muy entretenido ya que no hemos podido quitar ojo del suelo por riesgo a acabar en el canal. Esta parte de la ruta cuenta con varios tramos de estrecha senda llena de raíces y baches que ha requerido de toda nuestra atención para evitar sustos.

Así hemos llegado a Carcassonne. La entrada ha sido un poco decepcionante, ya que nos espérabamos la famosa postal del pueblo medieval en lo alto, pero hemos entrado por la parte nueva. Hay que decir que ésta también tiene su encanto y mucha vida en la calle. Hemos aprovechado para deambular un poco por ella y tomar un merecido refrigerio en una de sus plazas. Hemos conocido a un chico austriaco que venía desde su país con una bici de carretera, sin apenas equipaje y con el objetivo de llegar a Finisterre. Nos ha dicho que había tardado once días en llegar aquí. A ese paso nos imaginamos que no tardará mucho en llegar a Santiago.

Entrando en Carcasonne.
Entrando en Carcasonne.

Miestras buscábamos el camino al camping es cuando nos hemos topado con la espectacular postal del pueblo medieval de Carcassonne y allí que hemos subido (a pesar de que la pendiente era notable para las horas y los kilómetros). Quienes habéis estado ya sabéis lo que os podéis encontrar. La verdad es que es un conjunto tan armonioso que impresiona. Además aquí hablan un francés que entendemos a la perfección, vamos que casi todos éramos ibéricos. Lo malo del lugar es que es como un parque temático lo que le resta bastante encanto. Aún con todo nos ha gustado la visita.

Fortaleza de Carcassone
Fortaleza de Carcassonne

Desde aquí hemos ido directos al camping que se encuentra en las afueras del pueblo. Ya cenados y con ganas de descansar os citamos en nuestra siguiente etapa.

Etapa 5: Carcassonne-Villenueve lès Bèziers (120 km)

Desde el camping de Carcassonne, que dista unos dos kilómetros del pueblo, hemos vuelto hacia él por una carretera bastante transitada. La silueta de la ciudad antigua, encaramada en lo alto del cerro, nos observaba desde nuestro lado derecho. La verdad es que, así vista, impresiona más todavía.

Fortaleza de Carcassonne.
Fortaleza de Carcassonne.

Hemos estado buscando el acceso al canal para contínuar el camino pero andábamos algo perdidos. Gracias, otra vez, a la amabilidad de la gente de por aquí hemos conseguido reencontrarnos con él. Hemos aprovechado para desayunar en una boulangerie y hemos contínuado el camino junto al canal. En este tramo se ve bastante tráfico de barcos (casi todos de alquiler). Quizás sea una de las partes más visitadas del canal por el gran atractivo turístico de Carcassonne. Según nos alejábamos de la ciudad, se veía su figura almenada con una impresionante vista de los Piríneos nevados al fondo. Espectacular.

El siguiente pueblo en la ruta ha sido Trèbes. Es una pequeña villa con bastante tránsito por su carretera principal y con cierto encanto. Allí hemos parado a comprar algo de comida para el camino pues nos temíamos no encontrar lugares para ello en el siguiente tramo de la ruta. Efectivamente después de Trèbes hay un largo trecho sin pueblos ni esclusas hasta la de Marseillette. Un rato después de Marseillette nos ha llamado la atención un pequeño pueblo que quedaba a un kilómetro más o menos a la derecha de nuestra ruta. Hemos entrado en él. Se llama Puigchéric y hemos comprado un poco de pan en su boulangerie y una botella de vino para el almuerzo. En esta zona se ve mucho viñedo y, concretamente en este pueblo, hay varias bodegas.

El pueblo al fondo.
El pueblo Puigchéric  al fondo.

Con las fuerzas repuestas hemos contínuado el camino y pasado un pueblecito con vistas un tanto pintorescas, La Redorte. Un poco más tarde hemos atravesado una de las obras de ingeniería que salpican el canal. En este caso es un dique de desagüe para las crecidas (épanchoir en francés). Este lo diseñó Vauban, otro de los padres del canal.

Canal de desagüe diseñado por Vauban.
Canal de desagüe diseñado por Vauban.

Pasamos por el puerto de Homps, que tiene bastante ajetreo, pero no nos detenemos. Casi no lo hacemos hasta un pequeño pueblo con un puente muy pintoresco. Este puente es el más antiguo del canal, según dicen, y claro, se llama Riquet. El pueblo es Le Somail. Disfrutamos de las vistas del puente y el canal tomando un refresco en una agradable terraza.

Descansando en
Descansando en Le Somail

Pasado este pueblo nos encontramos con una bifurcación que lleva a Narbona. Nosotros seguimos dirección Beziers.

Bifurcación de Canal.
Bifurcación de Canal.

Llegamos a un pueblo llamando Capestang y aprovechamos para tomar un refrigerio. Allí para también una pareja de ciclistas francesas con las que llevábamos cruzándonos varias veces en el camino. Nos dicen que van también a Sète pero a un ritmo un poco más tranquilo, por lo que nos cuentan.

Después de Capestang hay un pueblo llamado Colombiers, que es el primer destino en el que pensamos, pero como aún nos queda alguna fuerza, decidimos avanzar hasta Beziers. Antes de llegar a Colombiers hay un punto interesante en el canal. Se llama Malpas, suponemos que por el hecho de que tuvieron que hacer un tunel de unos 170 m en la roca para que pasara el agua. Por lo visto fué toda una proeza para la época. Junto al tunel de Malpas quedan las ruinas preromanas de Oppidum de Ensérune pero por las horas que son y nuestro plan de viaje se nos hace poco recomendable deternos. Y la verdad es que nos quedamos con las ganas. Según vamos llegando a Beziers se nos presenta la magnífica estampa de la ciudad con la catedral dominando la colina sobre la que se asienta.

Puente Canal en Beziers.
Puente Canal en Beziers.

Entramos a Beziers por la espectacular esclusa múltiple. En realidad son siete esclusas seguidas pensadas para salvar un desnivel considerable. A estas horas no hay barcos circulando por el canal pero debe ser impresionante ver a uno de ellos sorteando este tramo. Un poco más adelante pasamos uno de los espectaculares pont-canal que aparecen de vez en cuando.

Esclusa múltiple de Beziers.
Esclusa múltiple de Beziers.

Llegamos a Beziers confiados en encontrar el camping pero por más que preguntamos nadie sabe nada. Al final nos decidimos a buscar un sitio tranquilo para hacer acampada libre pero no encontramos nada adecuado ya que la salida de esta parte de la ciudad coincide con un polígono industrial y no invita a pernoctar. Seguimos pedaleando en busca de un lugar apropiado pero ya es de noche y no somos capaces de ver donde podemos pernoctar. Así llegamos hasta Villenueve des Beziers. Con la tontería nos hemos pulido 120 kms pero al fin encontramos un camping donde poder ducharnos y acampar. Bueno, siendo sinceros hemos dejado la ducha para la mañana porque lo que queríamos ya era dormir.

Etapa 6: Villenueve lès Bèziers-Bèziers-Sète (67kms). Meta.

Después de dormir en el duro suelo del camping, nos hemos dado una duchita y hemos emprendido el camino de la última etapa. Ante de seguir, y como ya quedaba poco para la meta, hemos decidido pedalear de vuelta para conocer Beziers.

Catedral de Bèziers.
Catedral de Bèziers.

Después de conocer un poco la ciudad, hemos vuelto a pedalear en dirección este para volver a pasar por Villeneuve. Desde allí hemos seguido la ruta en dirección a nuestro destino. El trayecto ha sido realmente agradable y poco a poco hemos ido notando que nos acercábamos a la costa mediterránea. Hemos atravesado una zona de marismas en la que había una gran cantidad de aves. Además, poco a poco hemos ido encontrando a más gente con bicicleta.

Zona de marismas.
Zona de marismas.

El problema en esta zona es que la señalización del camino cada vez es más deficiente y hemos tenido que dar la vuelta un par de veces por habernos equivocado de camino.

Finalmente hemos conseguido llegar a la costa. A partir de ahí simplemente hemos tenido que seguir una pista de bici hacia el norte, en dirección a Sète. El trayecto ha sido muy agradable; ya teníamos ganas de ver el mar.

Pedaleando junto al mar.
Pedaleando junto al mar.

Sète nos ha sorprendido ya que, a pesar de ser un lugar muy turístico, conserva en su seno un pequeño puerto con el encanto de los pueblos mediterráneos. Además, Sète es el lugar de nacimiento del gran Brassens. Hay una casa museo en el pueblo, pero preferirnos quedarnos con su música y con los paisajes que vivió en su infancia.

Celebrando la llegada.
Celebrando la llegada.

Desde luego Sète es un lugar inmejorable para acabar una ruta como esta. Esperamos que la hayáis podido disfrutar tanto como nosotros.

¡¡¡Meta!!!
¡¡¡Meta!!!