Esta mañana hemos dejado Fior tras pasar ayer una estupenda tarde de descanso. Hoy el día ha salido caluroso pero no tanto como ayer, así que hemos venido disfrutando del pedaleo. Nuestro objetivo era llegar antes de la una al puerto de Vlöre para coger un ferry hasta Brindisi. Vamos a hacer un alto en el camino y un salto geográfico. Cuando se está tan cerca de los grandes amigos no se puede dejar pasar la ocasión de visitarles. De Brindisi saltaremos a Patras para pedalear hasta la capital helena y acabar allí esta aventura.
Desde Fior hemos seguido la antigua ruta hacia Vlöre. Actualmente hay una autovía que conecta ambas ciudades así que la vieja carretera apenas tiene tráfico pero sí muchas zonas de baches. A decir verdad, preferimos los baches a los coches.
Poco después de Fior hay un cruce de caminos. Un ramal de la carretera se dirige al interior, hacia la zona de Gyrokaster, y el otro hacia Vlöre.

Antes de llegar a Vlöre hay una zona de marismas y salinas y bastantes olivos y vides; el paisaje cobra un marcado carácter mediterráneo.
Poco después de las doce entrábamos en Vlöre, Valona en italiano, una animada ciudad portuaria. Hemos pasado junto a la antigua mezquita otomana, un bello y sencillo edificio.
Hemos embarcado rumbo a Italia, a la que llegaremos en apenas cinco horas, así que nos hemos despedido de Albania hasta la próxima ocasión.
Ahora, al menos, ya no nos resulta un territorio tan desconocido. Albania tiene fama de hospitalaria y desde luego, nos llevamos un buen recuerdo de sus gentes, cercanas y amables con el extranjero. A pesar de todas las dificultades, excesos y carencias del país, esta tierra deja una marca en el corazón.