Después de dormir estupendamente y desayunar en el hotel Villa de Muro, en Muro de Alcoy, hemos partido sobre las 9:30h de la mañana. Mirando por la ventana antes de salir se veía azotar el viento con fuerza, lo cual nos ha preocupado un poco, pero una vez en ruta no ha sido para tanto, es más, el tiempo ha sido bastante agradable. Bueno aunque al llegar a la costa se ha puesto un fuerte viento de poniente que, aunque no nos ha perjudicado mucho, ha llegado a resultar molesto.

El camino ha empezado por unas cuantas carreteras secundarias hasta llegar a Beniarrés. Allí comienza la vía verde del Serpis que transcurre paralela al río que le da nombre. Esta vía verde es fácil de seguir aunque la señalización sigue siendo muy escasa. Al principio en el paisaje predominaban los cultivos, especialmente olivos, pero después, tras pasar por el espectacular castillo de Lorxa, la vía se va encajando en un cañón bastante abrupto junto al río Serpis.

El camino en este tramo está lleno de piedras, seguramente zahorra de la antigua vía, que dificulta el rodaje de la bicicleta, especialmente portando peso en las alforjas. Ello ha hecho que hayamos avanzado muy poco lo cual nos ha venido bien para disfrutar más del paisaje.

En este tramo hemos visto a mucha gente haciendo deporte (con bicis o corriendo). El camino ha sido prácticamente todo en bajada y hemos tenido que atravesar varios túneles sin iluminar que han puesto a prueba nuestra visión nocturna, jeje.

Llegando al final del cañón del Serpis han empezado a aparecer las primeras plantaciones de cítricos (sobre todo mandarinas). Muchos de estos campos se hacen en bancales puesto que el terreno aún es bastante abrupto. Finalmente hemos llegado al final del valle y ha aparecido ante nosotros una gran llanura llena de naranjos y con el mar al fondo. Hemos seguido una carretera comarcal, con bastante tráfico por cierto, hasta Gandía. Allí nos hemos tomado un refrigerio y hemos cambiado el casco de Mayte, porque el viejo más que proteger daba sombra. Nos ha sorprendido la cantidad de tiendas de bicis que hemos visto en esta ciudad, se nota que hay gran afición a este deporte y de hecho nos hemos cruzado con muchos ciclistas por el camino.

Desde Gandía hemos seguido un camino paralelo a la playa hacía Cullera. Hemos avanzado casi todo el rato junto al mar salvo en algunos tramos que, por no existir camino junto a la playa, hemos tenido que desviarnos por pequeñas carreteras comarcales o caminos agrícolas. Estos últimos nos han venido muy bien porque aquí, lo que cultivan, son naranjas y no hemos podido resistir la tentación de probarlas, especialmente ahora que estamos en temporada y el olor a naranja lo inunda todo. Qué gozada poder refrescarnos con esta fruta en su punto y recién cogida del árbol. Esperamos que los agricultores de la zona no se ofendan por las cuatro o cinco que nos hemos almorzado.

En este tramo costero, como decíamos antes, nos ha acompañado un viento de poniente bastante fuerte que ha ido creciendo en intensidad según llegábamos a Cullera. De hecho ahora está soplando con fuerza fuera del apartamento que hemos alquilado junto al faro que, por cierto, es estupendo.

Mañana nos queda la 3ª y última etapa: llegar a Valencia atravesando la Albufera. Será una etapa corta que nos hará disfrutar del recorrido y de nuestra llegada a meta.

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