Teníamos el blog un poco abandonado desde que hicimos el viaje a Holanda hace 2 veranos. Pero lo retomamos muy ilusionados y con muchas expectativas ante esta nueva aventura.
Este año vamos a probar las aguas del Danubio, desde su nacimiento en Donaeschingenn (Alemania) hasta Budapest (Hungría). Es una de las rutas cicloturistas más famosas de Europa (aunque esperamos que no demasiado frecuentada) En total será unos 1300 kms que queremos hacer en unos veinte días.
Esperamos ir escribiendo con cierta frecuencia para poder contar lo que vaya sucediendo (y compartirlo con vosotros)
Pues nada, en unos días nos tenéis pedaleando por aquellas tierras.
Hoy ha sido nuestro primer día de la ruta. Hemos empezado más tarde de lo previsto y al final hemos tenido que acortar un poco el recorrido.
Ayer partíamos de Girona en tren a las 21:00 h con el objetivo de llegar a Zurich a las 10:00 h de esta mañana. El tren llegó con casi dos horas de retraso y el siguiente tren que teníamos que coger para Tuttlingen no ha salido hasta las 15:10. Nada más llegar a Tuttlingen, y mientras montábamos las bicis cerca de la estación, se ha puesto a llover a mares y nos hemos tenido que refugiar rápidamente en un parking de bicis cubierto que teníamos cerca. Mientras, una vecina se ha acercado y nos ha ofrecido una taza de café caliente que me ha sabido a gloria.
Mayte al resguardo de la lluvia en Tuttlingen
Con todo, cuando hemos empezado a rodar eran casi las siete de la tarde. A estas alturas ya habíamos decidido no ir a Donaueschingen, que es donde se supone que nace el Danubio (digo se supone porque hay cierta controversia) así que la etapa prevista se ha acortado en unos 40 kms.
La etapa de hoy ha transcurrido entre Tuttlingen y Hausen. La verdad es que no nos ha defraudado en absoluto, hemos disfrutado de unos paisajes espectaculares. El camino sigue al costado del joven Danubio. En un principio transcurre por un ancho valle con tierras cultivadas de cereal pero enseguida se encajona en un impresionante cañón calizo que recuerda ligeramente al del Río Lobos. El Danubio transcurre encajonado entre las rocas de las laderas y la vegetación frondosa (hayas, abetos, abedules…) que llega hasta sus orillas. ¡Incluso hemos visto a dos corzos pastando que se han asustado con las bicis!
Circulando por el cañón que forma el Danubio
Finalmente hemos llegado ya de noche al pequeño camping de Hausen, un sitio muy acogedor en el que hemos dormido estupendamente porque veníamos un poco cansados por el tren, y una etapa que, aunque corta, ha tenido alguna que otra rampilla (cuestazas según Mayte jeje) y además nos ha llovido algún rato. Mañana empezaremos la etapa desde por la mañanita con energías renovadas.
Como veis hoy hemos hecho una jornada más larga. Después de dormir a pierna suelta en la tienda bajo una constante lluvia nos hemos levantando con ganas de pedalear.
Tras desayunar en el camping de Hausen hemos retomado la ruta que ha seguido por el espectacular cañón que traíamos ayer. Constantemente vamos circulando por paisajes de postal y pueblos que parecen sacados de una maqueta. Mayte se está cansando de ver tanto verde, y no por el verde en sí puesto que le encantan estos paisajes, sino porque este verdor quiere decir que no para de llover (cosa que podemos afirmar en primera persona).
Paisaje cerca de Hausen
En la carretera ha habido algún repecho (las cuestazas de Mayte) pero en contra de lo que ella pensaba las está escalando como si fuera Alberto Contador (a excepción de un repecho del 20% que nos ha puesto en dificultades)
Mayte subiendo la rampa del 20%
El camino está salpicado de pequeños pueblos con mucho encanto (hasta las granjas son dignas de postal, no como las de uralita y hormigón de nuestras tierras)
Viejo molino en el camino
Constantemente nos vamos cruzando con grupos de gente en bicicleta, otros a pie… la mayoría parecen de por aquí. Tienen una forma muy curiosa de saludar (bajando la cabeza levemente; en España es justo al revés, allí subimos la cabeza muy exageradamente) También es de destacar el silencio de la gente en los pueblos, en los cafés…Bueno, también ayuda el que no se ve a ni Cristo en ningún pueblo (es un decir porque cristos de madera hay por todos los caminos). Nos encontramos a más gente en mitad del campo que en medio de las ciudades.
Con un paisano
Hoy hemos comido en un precioso pueblo llamado Sigmaringen donde hemos aprovechado el wifi del restaurante para mandar el primer artículo de este blog. Nos hemos atizado un plato de pasta y una ensalada para coger fuerzas para la tarde. Hay que decir que sorprende que esto es más barato que muchos sitios de España: un plato de pasta y una ensalada 4,95€ en un sitio un poco pijo además. Está claro que con lo del euro nos la han metido porque allí los sueldos no son como los de aquí.
Vista de Sigmaringen
En medio de la etapa, y cuando ya habíamos cogido ritmo, nos hemos metido en un tramo mal indicado y hemos acabado pedaleando en mitad de un prado de hierba alta. Hay que reconocer que cabezones somos un rato porque ya se veía venir que eso, camino camino no era. Nos hemos convencido cuando hemos llegado al borde del río y para seguir adelante había que nadar. En nuestra contra tenemos que decir que llevamos gps. A nuestro favor que aún no sabemos usarlo.
Mayte es el punto negro en mitad del prado acordándose del Harris y su gps
Al final hemos acabado la etapa en un pequeño y bonito pueblo llamado Munderkingen. Estamos en un camping un tanto peculiar porque no hay recepción (en realidad es un prado con un barracón de duchas). Para que te cobren hay que llamar al cristiano que lo lleva,así que si por la mañana no aparece creemos que nos va a invitar a la velada.
Bueno, pues esto es todo por hoy. Vamos a dormirnos que ya es muy tarde y hace un rato que todos nuestros vecinos duermen (son las 22:00h, joder)
Hoy nos hemos despertado con el sol en la tienda de campaña, lo cual nos ha dado una gran alegría (no sabíamos la que nos esperaba) Justo cuando hemos salido del camping ha llegado el dueño (un señor con cara de pocos amigos) así que hemos pagado nuestra deuda sin rechistar (14€, no es para tanto).
Hemos empezado la ruta rumbo a Einhein, una bonita ciudad encaramada en una colina. El camino ha transcurrido por zonas de cultivo (sobretodo trigo, maíz y remolacha) y hemos tenido una mañana soleada (bueno queremos decir sin lluvia, porque el sol, lo que es el sol ni lo hemos visto). En Einhein hemos dado un paseo por las calles del centro, la Marktplatz (plaza del Mercado)… Después teníamos que ir rumbo a Ulm (una ciudad más grande, famosa por ser la ciudad natal de Albert Einstein y tener una importante universidad), pero a partir de Einhein hay dos posibles rutas para salir hacia Ulm y nos ha costado un rato encontrar la que queríamos seguir (aún no controlo demasiado el gps)
En la plaza del mercado de Einhein
El camino hacia Ulm ha sido una odisea acuática. No ha parado de llover en todo el trayecto y hemos tenido que pedalear cuando la lluvia era más leve (ya vemos que aquí la gente funciona así, sólo se protegen de la lluvia cuando jarrea con ganas) Visto lo visto nos lo hemos tomado con filosofía y hemos parado debajo de un puente a tomar un té.
Haciendo un té debajo de un puente mientras jarrea afuera.
Cuando hemos llegado a Ulm la cosa no ha mejorado mucho, más bien al contrario, se ha puesto a llover con muchas ganas. Esto no nos ha impedido dar un pequeño paseo por el centro histórico y poder apreciar la magnitud de la torre de la catedral (dicen que es la más alta de su estilo, y ciertamente ya la habíamos visto 10 km antes de llegar) La ciudad es realmente bonita, aunque no la hemos podido ver con detenimiento por la compañera lluvia. En Ulm hemos comido, hemos tomado un café, hemos pasado un buen rato debajo de un soportal de un edificio que parecía una universidad y en cuya entrada ponía «casa de Einstein» esperando que remitiese la lluvia; hasta hemos pensado en quedarnos a dormir aquí para evitar la lluvia…Pero finalmente, hemos hecho un acto de valentía y nos hemos echado al camino (si nos dejamos vencer por esta lluvia no vamos a avanzar ni 10km cada día) Nada más salir la lluvia se ha vuelto muy fuerte y hemos tenido que para debajo de un puente. Al final, resignados, hemos seguido el camino y que sea lo que quiera (y lo que ha querido es mucha agua, en fin…)
Un trozo de la espectacular torre de la catedral de Ulm
Al final hemos llegado a Gunzburg, un pintoresco pueblo con un camping bastante acogedor desde el que estamos escribiendo estas líneas. El camino ha sido muy bonito pero hemos llegado marrones por el barro que hemos ido recogiendo. Parte del camino ha discurrido entre un espectacular bosque de hayas en la margen derecha del Danubio, con un camino de tierra que con la generosa lluvia nos ha ido regalando barro. Bueno, ya estamos limpios y coleando jeje.
Mayte bajo la lluvia y sin haber llegado lo peor.
Bueno, ahora vamos a descansar que mañana será otro día. A pesar de todo, el de hoy ha sido estupendo por todos las ciudades y parajes que hemos disfrutado.
Buenas. Hoy hemos amanecido con el miedo a la lluvia. Para nuestra sorpresa, ¡hoy no ha llovido! (durante el trayecto, después de acampar no ha parado)
Aquí la gente madruga mucho (claro que se acuestan como las gallinas, a las nueve y media de la tarde) así que nosotros somos los últimos en desmontar la tienda. Eso no nos preocupa porque luego en el camino les vamos adelantando, jeje. Después de desmontar la tienda y desayunar, nos hemos dedicado a limpiar las bicis del barro de ayer con una regadera que había en el camping.
Las bicis embarradas
Antes de iniciar la ruta hemos dado un paseo por el bonito pueblo de Gunzburg. Hay que decir que tenía bastante ambiente. En la calle principal había una banda de música de chavales muy jóvenes tocando bandas sonoras (lo hacían bastante bien).
La calle principal de Gunzburg
Tras ver el pueblo hemos comenzado la ruta con algunos dolorcillos de espalda y posaderas que se han ido pasando según hemos entrado en calor. Nuestra idea era ir a comer a Dillengen. Hemos cumplido el objetivo sin problema ya que el trayecto ha sido tranquilo y muy agradable.
Esperando a que pasara el tren camino a Dillengen
Dillengen es una hermosa ciudad con muchísimas iglesias. De hecho hemos presenciado una boda. Después en el camino hemos visto otra y nos ha parecido curioso que aquí se casen los viernes. Bueno,no es que sea curioso, es que hoy es sábado y no nos habíamos enterado ¡vivan las vacaciones!
¿Pero que están haciendo?
Hemos comido en un pequeño parque debajo de un arbol (y precisamente no nos estábamos resguardando del sol, que ya nos gustaría). Por fin hemos probado las salchichas alemanes vuelta y vuelta en el camping gas: ¡muy buenas! (aunque con este hambre hubiéramos dicho lo mismo de las campofrio)
Comiendo en Dillengen
Una vez comidos hemos emprendido rumbo a nuestro destino de hoy: Donauwörth. Hemos llegado a eso de las cinco y media pero nos ha llevado casi una hora encontrar el camping. Hay que reconocer que no se esmeran demasiado con las indicaciones. Además el camping figura como club de Kayak, no como camping, lo que ha hecho más difícil encontrarlo. Por lo demás el sitio es estupendo. Tenemos unas vistas preciosas desde la tienda en la ribera del río Wörnitz, afluente del Danubio. Cuando hemos llegado estaban haciendo una parrillada con un artilugio muy curioso.
Parrilla en el camping
Donauwörth es un pueblo precioso (como casi todos los de esta zona Bávara). También hay que destacar la cerveza de trigo que es la típica de por aquí y está buenísima. Lo que pasa es que son un poco exagerados, ¡la cerveza pequeña es de medio litro! (aún no nos hemos atrevido con las grandes)
Degustando la cerveza del lugar
Bueno, ya son las nueve de la noche y hay que recogerse. Por aquí las calles están desiertas desde hace varias horas y esto es nocturnidad y alevosía.
Hoy hemos amanecido en la hermosa ciudad de Donauwörth, en el camping/club de kayak, con unas vistas espectaculares.
El camping de Donuwörth
El día de nuevo gris y el airecillo un tanto fresco, pero al menos no llovía. En el camping hemos coincidido con una pareja de franceses muy simpáticos con los que ya nos habíamos ido cruzando y hablando a lo largo del camino. Se llaman Collette y Michel. Podéis vernos en la foto, aunque no se aprecie muy bien. ¡Os mandamos un saludo si leéis esto!.
Con Collette et Michel rumbo a Ingosltadt
Cuando íbamos a salir del camping ha venido Enrique, un alemán al que conocimos ayer poco después de llegar y con el que estuvimos charlando un rato (no en alemán eh, en español, puesto que lo habla muy bien) Nos contó que es un apasionado de España (y su entusiasmo lo demostraba) y del Camino de Santiago, el cual llevaba haciendo no se cuantos años. Se notaba que nos trataba con especial atención por ser españoles. Lo que no nos esperábamos es que esta mañana viniera a despedirse de nosotros muy calurosamente y nos obsequiara con varias guías de vocabulario básico alemán-español, así como otra mucha información de interés para nuestro viaje. Hay que decir que encontrarse con gente así durante un viaje le hace sentir a uno muy muy bien, así que, si lees esto Enrique, mil gracias, y ya de paso recomendamos este camping a todos los que os acerquéis por aquí porque vale mucho la pena (a veces estas cosas cuesta encontrarlas)
Despidiéndonos de nuestro amigo Enrique Belz
El trayecto matutino tenía como objetivo la población de Neuburg a.d Donau, otra de las bellas ciudades de esta zona bávara. La mañana ha sido un tanto difícil ya que el camino ha sido un constante sube y baja por colinas que han hecho mella en nuestras piernas (ver el perfil), pero como somos unos campeones a la una y media estábamos comiendo allí, en uno de los restaurantes/cervecerías (biergarten) de la zona que tantas ganas teníamos de probar. Cuando hemos pedido la carta no sabíamos que pedir porque no entendíamos nada. El caso es que los platos tenían nombres largos y mirábamos a otras mesas y tenía todo muy buena pinta (y nosotros mucho hambre después de la mañana de pedaleo) Al final hemos pedido una cosa que parecía una ensalada (lo era y muy buena) y otra que ponía risotto, osea arroz) Estaba todo buenísimo (también ha ayudado el hambre, pero realmente estaba bueno) Después nos hemos tomado un postre en una pastelería que había al lado de tartas caseras que ni os contamos…
El restaurante de Neuburg
Así, con las fuerzas repuestas hemos enfrentado lo que nos quedaba de etapa en dos tramos. Uno hasta la ciudad de Ingoldstadt, en donde hemos hecho un pequeño descanso disfrutando de sus bonitas calles, plazuelas, rincones…Nos ha gustado mucho. El segundo tramo hasta el destino previsto, un pequeño pueblo llamado Vohburg a.d. Donau, donde estamos ahora. Nada más salir de Ingoldstadt la bici de Mayte se ha pinchado, bueno más bien se ha reventado ya que el agujero era considerable. Para no perder mucho tiempo con el parche le hemos cambiado la cámara por otra que era de válvula estrecha y no podíamos hinchar nuestra bomba. Lo hemos hecho gracias a la ayuda de un ciclista que nos ha prestado la suya. Tenemos que resaltar la amabilidad de la gente de por aquí. Todo el mundo te saluda por el camino, enseguida te ponen una sonrisa, y siempre que preguntas algo se desviven por ayudarte, es una cosa que llama la atención.
Pinchazo al salir de Ingoldstadt
Finalmente hemos hecho el trayecto sin mayores problemas hasta que hemos llegado al destino previsto y para nuestra sorpresa no hay camping, tan solo una zona de acampada libre al lado del río. La verdad es que el sitio no está mal si no fuera por un grupo de pescadores que están al lado haciendo lumbre, pegando voces, cortando leña con una motosierra…vamos de todo menos pescar; y eso que aquí ya son ¡las doce de la noche! Esperamos que empiecen a pescar en silencio en breve. Bueno, que hagan lo que quieran que tienen una motosierra, ¡pero que no la usen más!
Ah, y hoy nos hemos cenado un puré de patatas de la tierra (y con parte de la tierra que tenían cuando las hemos cogido esta mañana por el camino) Nos ha sabido mejor que nunca. Va a ser el hambre…
Hoy ha sido una etapa más suave, a pesar de que en el perfil pueda parecer lo contrario (la escala engaña).
Nos hemos despertado un poco más temprano que otros días y un poco antes que nuestros vecinos «pescadores», que alargaron la noche más que nosotros.
Acampada libre en Vohburg
Hemos recogido el campamento (ya se nos da muy bien) y hemos partido rumbo a Kelheim, un pueblo enla ribera del Danubio. A primera hora el cielo estaba muy encapotado pero, por suerte, no ha llovido. El camino ha sido muy agradable. Hemos atravesado campos de lúpulo (con tanta cerveza en algún sitio tenían que cultivarlo). También hemos atravesado pinares que nos han recordado mucho a los del norte de Soria (eran pinus sylvestris también). En esta zona hemos visto también muchas plantaciones de espárragos, Esta vez no hemos cogido prestado ninguno (será porque estaban pasados jeje).
Entre las plantaciones de lúpulo
A media mañana hemos llegado a un monasterio benedictino enclavado en la orilla del Danubio (monasterio de Weltenburg). En esta zona el río se encajona en unos cañones impresionantes y el monasterio lleva aquí enclavado desde el siglo VIII. Por lo visto ya ha sufrido varias inundaciones por el desbordamiento del Danubio, lo cual han dejado reflejado en uno de los muros con marcas del año de la inundación y el nivel al que llegó. Pero lo más interesante del monasterio, al menos a las doce del mediodía, es que es un lugar famoso en Alemania por su cerveza negra de tradición centenaria. Como no podía ser de otra forma hemos tenido que probarla, y damos fe de que está buenísima.
Probando la cerveza negra en el monasterio de Weltenburg
Desde el pueblo del monasterio, Weltennburg, hay dos opciones para seguir la ruta: una siguiendo la carretera por unas empinadas cuestas y otra subidos en un barco que navega entre los meandros del río que baja encajonado por un cañón calcáreo impresionante. Por supuesto que hemos elegido esta opción, y no nos ha defraudado. Nos ha llamado mucho la atención la velocidad a la que baja el río por aquí, y eso que lleva ya una anchura considerable.
El Danubio desde el barco a Kelheim
El barco nos ha dejado en Kelheim y desde allí hemos pedaleado hasta Regensburg (Ratisbona) por una ruta muy agradable, en mitad de la cual hemos parado a comer en una de las muchas cervecerías que hay con un menú muy variado (del que no entendemos nada) y para nada caro. La elección ha sido una buena ensalada de la casa y unas salchichas de la zona con col que nos han sabido buenísimas.
Por fin hemos llegado a Ratisbona por una senda en la que había muchísima gente haciendo deporte. Hemos ido al camping que está en las afueras de la ciudad, hemos montado el campamento, nos hemos duchado (que falta nos hacía) y por primera vez hemos visto el azul del cielo en Alemania. Después hemos puesto rumbo al centro de Ratisbona y nos hemos quedado prendados por la belleza de esta ciudad realzada por la luz de la tarde que daba aún más fuerza a las ya de por sí coloreadas casas de la ciudad. Yo me he vuelto loco queriendo hacer fotos a todo hasta que Mayte me ha atado a una silla de una terraza a tomar un café, si no aún estoy allí con la cámara. En esta ciudad se respira un ambiente mucho más cosmopolita que en el resto de las que hemos estado; desde luego juega en otra liga, es una ciudad con mucho mucho encanto.
Plaza en Ratisbona
Al caer la tarde hemos regresado al camping donde hemos cenado ligeramente y desde donde os escribimos estas líneas. Hoy no hay pescadores con motosierra pero a nuestro lado hay uno que ronca como si se hubiese comido una.
Bueno, esta es hasta hoy la etapa más larga. Como podéis comprobar hemos solucionado el tema de las fotos (al menos de forma provisional porque aún queremos poner más)
Estamos en la ciudad de Deggendorf, en un camping a la orilla del Danubio y junto a un puente por el que, de vez en cuando, pasan pequeños trenes. Hoy no tenemos a pescadores ni roncadores cerca sino que es la feria del pueblo y se escucha la música hortera y los gritos de los chavales en las atracciones. Después de la paliza de la etapa creo que nos da lo mismo.
Cerca de Deggendorf
Hemos salido de Ratisbona (Regensburg) sobre las diez de la mañana con un sol intenso (por fin). Nos hemos ido con un poco de pena de no poder ver esta ciudad un poco más a fondo pero ya habrá otra ocasión seguro.
Despidiéndonos de Ratisbona
Hemos enfilado la primera parte de la etapa rumbo a Straubing, una ciudad pequeña, o pueblo grande, con bastante ambiente y con cierto encanto. El camino ha transcurrido por inmensas extensiones de cultivo y pequeños pueblos rurales no tan pintorescos como los que veníamos observando en etapas anteriores. Como curiosidad tenemos que decir que hemos pasado junto a un templo neoclásico que a algunos les sonará, el Walhala. Es una imitación a un templo griego enclavado en la ladera de un monte que mira al Danubio. Desde la carretera (no nos hemos atrevido a subir los 2 km de rampa) tenía cierto encanto.
El Walhalla
Hemos llegado a Straubing a la hora de comer bastante cansados porque esta primera parte, a pesar de ser bastante llana, ha sido de 50 km y el sol a esas horas ya iba minando nuestras fuerzas. Además, todo hay que decirlo, a veces nos emocionamos y somos un poco brutos pedaleando, adelantamos al resto de cicloturistas, pero es que nos sobran las fuerzas, jeje.
Calle principal de Straubing
Después de reponer fuerzas en Straubing, que falta nos hacía, hemos encarado la segunda parte de la etapa hacia la pequeña localidad de Kleinschwarzach, en donde teníamos localizado un camping. Tan pequeño era este pueblo que nos hemos pasado dos kilómetros, así que ya hemos ido a una ciudad próxima en la que estamos ahora.
Nuestros cuerpos ya empiezan a notar la presencia del sol, sobretodo el de Mayte porque yo me he forrado de crema y aún así me he puesto rojo en algunos huecos que he dejado. Mañana esperamos llegar a Austria si todo va bien. Ya os contaremos.
¡Ya estamos en Austria!. aunque nuestra idea era esperar hasta mañana para cruzar la frontera, pero en el pueblo en el que teníamos programado dormir esta noche no hemos visto ni camping ni nada parecido. Ante esta situación hemos seguido ruta por un camino precioso por la margen izquierda del Danubio en el cual no había nada ni nadie hasta que hemos llegado al meandro de Schlögen, un lugar espectacular en el que el Danubio forma un meandro de libro encajonado entre laderas llenas de vegetación.
El meandro de Schlögen desde la colina (la foto no es nuestra que no estamos para subir tanta cuesta)
Esta mañana hemos partido desde el camping de Deggerdof con idea de comer en Vilshofen, pero cuando hemos llegado allí, y como veíamos que la cosa iba bien (hoy la etapa ha sido cómoda como podéis ver en el perfil) hemos llegado a Passau para comer. Esta es una bonita ciudad situada justo en la confluencia del Danubio y el Inn. Es muy agradable y tiene mucha vida, y a nosotros nos la ha dado también después de la comida. Normalmente, después de la etapa matinal, llegamos a las ciudades que parecemos zombis; bajamos de la bici y andamos por la ciudad sin decir casi nada hasta que comemos y al poco rato empezamos a despertar. Eso sí, después de comer no hay quien nos pare, jeje.
El Danubio a su paso por Passau
Por la tarde hemos salido de Passau con idea de dormir en un pequeño pueblo llamado Jochenstein, que es el último pueblo de Alemania, pero como ya hemos contado al principio, hemos acabado en Austria, en Schöngen, en donde estamos acampados esta noche.
En la frontera de Austria
Esto no es un camping propiamente dicho sino el prado de una señora (con un poco de mala leche) que hace las veces de camping y que nos ha venido estupendamente. Mañana nada más levantarnos toca coger una barcaza que nos cruzará al otro lado del Danubio y ya de paso daremos un paseo por el meandro que forma aquí. Ya os pondremos alguna foto.