Hoy hemos dejado la costa ligur para adentrarnos en tierras del Piamonte. Echaremos de menos el Mediterráneo, por un tiempo, pero nos dejaremos seducir por los encantos de la gran llanura del Po.
Esta mañana ha salido un día soleado tras una noche con mucho viento. Hemos andado acompañados por Francesco hasta un pueblo llamado Albissola.
A partir de ahí hemos tomado el camino hacia la montaña. Han sido poco más de 500 m de subida, con pendientes variables. Desde luego que hoy sí nos hemos ganado la comida.

Lo cierto es que los paisajes nos han ayudado a disfrutar de la ascensión. Toda esta región es muy verde y en esta época está todo florido.

Hemos hecho una pequeña parada de descanso a mitad de la ascensión en un pueblecito llamado San Givanni tras la que hemos completado el resto de la subida.

Un poco más tarde, ya en pleno descenso, hemos decido comer en un restaurante de Sassello, un pequeño y bonito pueblo conocido por sus dulces típicos, los «amaretti«, y por sus boletus.
En realidad toda esta zona es prolífica en setas y hongos, no hay más que darse una vuelta por cualquier tienda de comestibles.

Desde Sassello hemos pedaleado ya en bajada y llano junto al río Erro, disfrutando de los hermosos paisajes que éste forma por el valle.

Finalmente hemos llegado a nuestro destino previsto hoy, Acqui Terme. No queríamos hacer una etapa especialmente larga teniendo la subida que teníamos. De todas formas ha sido un acierto parar aquí. Como su nombre indica, Acqui Terme es y sobre todo ha sido, un importante centro balneario. Ya los romanos construyeron grandes infraestructuras para el disfrute de estas aguas. De esta época quedan vestigios como parte de las termas y algún resto de su acueducto.
Hablando de un pasado más reciente, en los años 60 y 70 vivió un momento de gran esplendor turístico basado en sus aguas termales. Hoy, aun siendo bastante visitada, se observa que la ciudad ya no es lo que era. O mejor dicho, se nota que sigue siendo la que era porque se ha quedado detenida en aquellos años. Todos los edificios y comercios remiten a aquella época, especialmente los hoteles. Como el negocio ha ido en declive no han podido remodelarlos y se respira un aire decadente no exento de encanto.

Su centro histórico es pequeño y bonito. La plaza sobre la que gira toda la vida social es la Piazza della Bollente, en la que hay un manantial natural de aguas termales que sale a más de 70 grados. En el siglo XIX, un alcalde de la localidad construyó un templete para dar más entidad a la fuente. La verdad es que la Plaza tiene mucho encanto. Y huele a azufre por todas partes.