Hemos salido de Tirana lentamente, en una luminosa mañana de sábado. Primero, hemos pasado por la plaza Skanderbeg para despedirnos de la ciudad.
Después, hemos parado a desayunar en una acogedora cafetería cerca de la nueva mezquita de Namazgja . Hemos pasado junto a la Pirámide, un monumento famoso en la ciudad y ya abandonado. Antiguamente se llamaba Museo Enver Hoxha y fue construido por los hijos del dictador.

La salida se nos ha complicado un poco ya que en el Boulevard Dëshmoret e Kombit había una gran manifestación de la oposición al gobierno para pedir la dimisión de uno de sus ministros. Por love visto se ha descubierto que su hermano es traficante de drogas (o eso hemos entendido).
Lo cierto es que todo el centro de la ciudad estaba tomado por la policía y la mayor parte de las calles cortadas, así que hemos tenido que dar un rodeo. Esto nos ha llevado a algunos barrios populares interesantes, no por su arquitectura y urbanismo, que suelen ser anodinos, sino por la intensa vida en sus calles, bares, terrazas, mercados…
Entre un intenso tráfico hemos ido alejándonos de la ciudad. Según lo hacíamos, aquel remitía así que al final nos hemos quedado pedaleando por una carretera bastante tranquila aunque llena de baches. Y claro, nos ha tocado arreglar el primer pinchazo del viaje. Después de cuarenta días no está mal.

Hemos atravesado zonas de baja montaña y llanura. En esta parte se ve un poco más de riqueza agrícola, aunque todo lo que se produce es en términos de subsistencia. Apenas hay tractores y los que hay andan, al igual que los pobres perros de aquí, como pueden.
Después de unos treinta y cinco kilómetros de pedaleo hemos llegado a la playa de Dürres. Esta es una ciudad de larga historia pero nos quedaba un poco a desmano y nos hemos saltado la visita. Lo que no hemos perdonado es la comida, así que nos hemos sentado en una pequeña terraza a reponer fuerzas.

Después de comer cuesta retomar el ritmo de pedaleo pero el viento a favor nos ha ayudado. Hemos ido serpenteando por pequeñas carreteras y caminos rurales ya que la carretera principal es autovía (a tramos eso sí) y es preferible evitarla.
En algún momento nos ha tocado cargar con las bicis para cruzar la autovia por pasos peatonales, en otros hemos tenido que dar la vuelta por habernos equivocado; también hemos pasado por caminos de piedras, puestas a mala idea, que nos han hecho ir de bote en bote. Vamos, lo que se dice un etapa gymkana.
Pero eso sí, el paisaje y paisanaje rural es bastante pintoresco por aquí.
Tan entretenidos hemos venido que cuando nos hemos querido dar cuenta ya llevábamos ochenta kilómetros así que nos hemos parado en un pequeño hotel de carretera y hemos dado la etapa por concluida.

Como no hay nada destacable que ver en los alrededores, hemos aprovechado para tomarnos una cerveza en el patio de la cafetería y cenar algo. Nos hemos vuelto un poco señoritos yendo de hoteles y restaurantes pero, con los precios de por aquí, podemos ejercer de lores de la bici. Esta noche ha sido la final de la liga europea de futbol y, todo hay que decirlo, en el restaurante la mayoría iba con el Liverpool. Mañana pretendemos llegar a una ciudad costera y portuaria, Vlöre. Ya os contaremos.