Etapa 52: Marsala – San Vito lo Capo (76 kms)

Preciosa etapa la de hoy. Como ya os imagináis, al final alquilamos la bicicleta en Marsala. Los chicos de Bike4fun nos han hecho un favor enorme permitiendo que dejemos la bicicleta en Palermo y evitándonos así el viaje de vuelta.

Esta mañana hemos dado un paseo por el centro de Marsala y hemos visto que los carteles de recompensa que pusimos seguían en su sitio. Como imaginábamos han tenido escaso éxito, pero por intentarlo que no quede. Nos hemos despedido de la familia que nos ha tenido alojados en su casa. Han sido muy amables con nosotros y han compensado el amargor de nuestra estancia en la ciudad.
Desde Marsala, hemos pedaleado rumbo norte, justo de donde hoy soplaba un fuerte aire, por la carretera de las salinas. La atmósfera estaba muy limpia y los colores tenían una viveza especial.

De vez en cuando nos topábamos con la elegante figura de los viejos molinos, usados para bombear el agua entre las charcas. Hemos pasado junto a las ruinas de la antigua Mothia, rico testimonio de la fuerte presencia fenicia en la isla.

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Entre salinas y viñedos hemos llegado a Trapani. Nos ha sorprendido muy gratamente, quizás porque en Marsala nos habían predispuesto negativamente a ella. La rivalidad Trapani – Marsala es antigua en la zona.
Trapani es el principal puerto de comunicación con las islas Égadas y con Túnez. También cuenta con un notable puerto pesquero. Su centro histórico se extiende a lo largo de una fina lengua de tierra rodeada de mar por ambos lados. La punta de esta lengua es el barrio de pescadores.

Allí hemos degustado un delicioso atún rojo. Este pescado es muy habitual en esta parte de la isla y aún hoy, perviven por la zona los restos de las viejas tonnaras, que serían nuestras almadrabas. A la pesca del atún rojo en la tonnara la llaman matanzza y la última vez que se celebró una fue en el 2007, en la isla de Favignana.
Después de comer, hemos dado una última vuelta por las calles del centro peatonal, entre iglesias barrocas y palacetes. Si Marsala fue el puerto de entrada de Garibaldi y sus camisas rojas a la isla, Trapani fue el de los aragoneses, varios siglos antes. Decididamente, vale  la pena conocer esta ciudad.
Hemos dejado Trapani al sur mientras seguíamos la línea de la costa hacia el norte. A nuestra derecha, al este, quedaba la figura del imponente monte Erice con su famoso pueblo medieval en la cumbre. Nos hubiera gustado verlo si no estuviera a setecientos metros sobre el nivel del mar.
Hemos atravesado pequeños puertos pesqueros y antiguas tonnaras, como la de Bonagia. Hoy en día ya no se usan pero aún se pueden ver las antiguas barcas y las anclas que usaban para la matanzza.

Para llegar a San Vito lo Capo hay que rodear un enorme peñón llamado Monte Cofano. Se puede hacer por la carretera o por un camino pedregoso junto al mar. Esta opción es más difícil, ya que es un tramo un poco complicado para nuestras bicis cargadas de equipaje, pero es mucho más pintoresca. Así que nos hemos decidido por ella. Nos ha costado hacer los cuatro o cinco kilómetros de camino, pero el esfuerzo ha valido la pena ya que el escenario que se divisa es, simplemente, espectacular. Avanzar era difícil, no sólo por las piedras, sino por la necesidad de mirar y fotografiar cada rincón del hermoso lugar.

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Todo el conjunto forma el Parque Natural del Monte Cofano. De hecho, para atravesarlo, hay que pagar una pequeña cuota de dos euros. Los escarpes que caen hacia el mar están llenos de pequeñas palmas (palmitos) y de una variada  muestra de vegetación mediterránea.

Todo está bastante verde ya que el peñón hace de barrera a la humedad del mar. A mitad del camino, hay una antigua torre de vigilancia construida por los españoles. Formaba parte de todo un sistema de control de la costa frente a las incursiones piratas.

El camino desemboca en una antigua tonnara de la que se conserva una hermosa torre. No hemos podido visitarla ya que estaban rodando un capítulo de una serie. Es una producción de la RAI sobre un comisario, pero no es nuestro querido Monatalbano, así que hemos pasado de largo.

Las bicis han acabado con algunas magulladuras que, amablemente, nos han reparado en San Vito lo Capo, en un taller de bicis – cafetería muy interesante.

Esta ciudad es uno de los puntos de atracción turística veraniega más frecuentados de la isla. Se nota por la cantidad de tiendas, restaurantes, heladerias… que llenan sus calles. Pero no es más que eso, un sitio de playa. Lo más interesante, desde luego, son sus alrededores, los espectaculares escarpes rocosos que la circundan. Pero creemos que en pleno agosto no se nos ocurriría poner nuestros pies por aquí.

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Nos quedaremos un par de días de descanso y disfrute, ahora que apenas hay gente, y después enfrentaremos, con tristeza, nuestra última etapa del periplo hasta Palermo. Nos gustaría que hubiera durado más pero todo tiene su fin y nuestro viaje se acerca a él. Desde luego, esta etapa podría ser un estupendo colofón.

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