Así, como quien no quiere la cosa llevamos ya tres semanas de pedaleo y unos 1500 km recorridos. Desde luego estos días no nos podemos quejar de escenario: Cremona, Mantova, Ferrara… después vendrá Venecia. Teníamos que haber repasado los apuntes de Historia del Arte.
Después de un par de días disfrutando de Mantua y descansando las piernas, que ya lo pedían, hemos emprendido el camino hacia Ferrara. La mañana ha salido nubosa y hemos tenido lluvia en buena parte del camino, no demasiada pero suficiente para hacer el pedaleo más desapacible.

La primera parte la hemos hecho por carreteras sin nada de tráfico entre campos sembrados. En toda esta zona se produce mucho arroz, prueba de ello es que hemos visto unas cuantas factorías de «Riso» por el camino.

En un pueblo llamado Ostiglia hemos parado a descansar y desde allí hemos cruzado al otro lado del Po hacia Revere, una pequeña villa que cuenta con un palacio ducal de los Gonzaga.

El Po baja tremendo de agua por aquí e impresiona cruzarlo por el puente. No nos extraña que haya sido y sea una frontera.

Actualmente, esta parte del río delimita las regiones de Emilia Romagna y Lombardía, y un poco después del Veneto. Es lógico que en aquellos tiempos de disputas ducales interesara controlar estas fronteras. De ahí que se hayan construido diversos edificios defensivos a lo largo de su curso como la torre de Stellata, que ahora está en obras de rehabilitación y que, por lo visto, de tanto en tanto queda inundada.
Desde Revere hemos enganchado el carril bici del Po. Hay una ruta ciclista que recorre todo el río desde su nacimiento a su desembocadura pero su estado en los diferentes tramos es desigual.
Desde luego que en esta parte es inmejorable. Este sector de la ruta del Po se conoce como Destra Po y son más de 130 km de carril bici asfaltado y en muy buenas condiciones.

De hecho, en algún lugar hemos leído que es el carril bici más largo de Italia. Está muy bien acondicionado con áreas de descanso y paneles informativos. Gracias a ellos hemos descubierto que toda esta zona es muy rica en la cotizadísima trufa blanca. Arrozales, trufa blanca… con el hambre que traíamos se nos estaban ocurriendo unas cuantas recetas deliciosas pero nos hemos tenido que conformar con lo que llevábamos en las alforjas.

Después de comer hemos continuado con el pedaleo. El día parece que mejoraba por momentos. Al menos la lluvia nos ha dado una tregua. Nos hemos desviado del Po, siguiendo el curso de uno de sus afluentes, hasta a un pueblo llamado Bondeno. Aquí la ruta se divide, un ramal vuelve a buscar el Po para seguirlo hasta su desembocadura y otro va hasta Ferrara siguiendo un canal. Hemos tomado esta opción y, entre bucólicas arboledas, hemos llegado a Ferrara tras más de 100 km de pedaleo.
Hemos dado un paseo por la ciudad para visitar sus lugares más emblemáticos como el Castillo de los Este, la Via delle Volte, el Duomo… Aparte de contar con estas joyas, Ferrara muestra en sus calles ser una ciudad bastante viva, especialmente a la hora del aperitivo. Nos ha gustado.