Hoy hemos sido un poco más diligentes en el desayuno y hemos conseguido salir a las nueve de la mañana. Tras dejar Peníscola a nuestras espaldas, nos hemos dirigido hacia la Sierra de Irta a través de un camino de piedra.

La Sierra de Irta está declarada parque natural, es un ejemplo de bosque costero mediterráneo y cuenta con varias especies endémicas. Ha salido un día precioso y atravesar estos parajes ha sido un auténtico placer. Poder disfrutar de un día así en pleno enero no tiene precio para dos sorianos. No nos hemos atrevido a bañarnos pero las preciosas calas que hemos ido pasando nos han puesto difícil resistirnos. Este lugar seguro que se merece dedicarle una próxima visita.


Hemos salido del parque natural llegando a la localidad de Alcossebre y la realidad de la costa levantina se ha vuelto a mostrar en toda su crudeza. Por un momento se nos había olvidado que la especie más abundante en estas tierras no es el palmito si no el bloque de apartamentos.
Desde Alcossebre hemos avanzado más o menos junto a la costa a través de caminos agrícolas y los campos de naranjos y mandarinos han empezado a aparecer. No nos ha quedado más remedio que probar el género. También hemos visto muchas plantaciones de alcachofas pero nos hemos resistido a probarlas.

Así, entre naranjos y mandarinos, hemos llegado a Oropesa de Mar, previo paso por Marina D´or. Obviamente, en esta época del año está prácticamente abandonado aunque, al contrario que en otros complejos residenciales por los que hemos pasado, en este se ve cierto mantenimiento de los jardines y las infraestructuras. De todas formas las sensación de decorado artificial no puede ser mayor ahora que está deshabitado.
Poco a poco y con la silueta de las enormes grúas de su puerto al fondo, nos hemos ido acercando a Castellón. Eso sí, como hacía tiempo que no nos pasaba, nos ha dado por pinchar una rueda, para no perder práctica.

Finalmente hemos llegado a Castellón. No teníamos muchas expectativas sobre esta ciudad porque ya habíamos estado y no nos sorprendió mucho. De todas formas la decoración navideña y el ajetreo de las compras de la noche de reyes le dan otro aire a la ciudad. Por cierto, ¿a qué no sabéis a quien nos hemos encontrado por el camino?


