Al final, la tormenta que anunciaban no fue para tanto. Hubo muchos truenos, eso sí, pero no cayó mucha agua (por suerte). Además la lluvia ha refrescado algo el ambiente y el pedaleo matutino ha sido bastante llevadero. Hemos optado por la ruta junto al río, a pesar de que hemos tenido que compartir tramos con los coches, porque la ruta de las colinas da bastante rodeo y tiene muchos repechos. Hemos tenido que sacrificar, eso sí, algunos de los castillos recomendados, pero a cambio, hemos disfrutado de las múltiples bodegas y casas trogloditas que siguen abundando por la zona.

Hemos parado en Blois, una hermosa ciudad medieval que en su día fue la capital del reino. Allí hemos comprado fruta en un mercado que había en la plaza, pan en una de nuestras queridas boulangeries, y una cerveza para celebrarlo. Tras dar unos paseos por la ciudad hemos continuado la ruta.


El resto del camino ha transcurrido al lado del río y a veces resultaba un poco monótono. De vez en cuando nos hemos ido encontrando con alguna mansión, de las que abundan por aquí, con algún castillo y con otros edificios no tan pintorescos.

Finalmente, hemos llegado a Beaugency, un pueblo de unos ocho mil habitantes con mucho encanto. También tiene mucha historia y, como no, un castillo. Por aquí paso Juana de Arco, en su lucha contra los ingleses, y una estatua lo celebra.

También hay una hermosa abadía cisterciense, o lo que queda de ella. Y sobre todo tiene un casco histórico muy apetecible para pasear, a pesar de que la lluvia nos ha ido poniendo alguna que otra traba.



Desde el camping de Beaugency nos despedimos, mañana seguiremos informando, saludos.