Hoy hemos completado una etapa corta pero intensa.
Esta mañana soplaba un fuerte mistral, poniente o céfiro, viento predominante en la zona, justo en contra de nuestra dirección. El aire provenía del interior del mar, seguramente de la cercana Isla de Lípari (Isla Eolia en la Odisea), morada del dios homónimo. Fue allí donde éste recriminó a Ulises su imprudencia por haber dejado que sus compañeros abriesen el pellejo de buey con los vientos que le había regalado en su anterior visita. Por culpa de este desmán, tuvieron que remar durante siete días. Así nos sentíamos esta mañana, remando contra la ira de Eolos.
Toda esta parte de la costa del Tirreno es conocida como la Costa de los dioses. Aparte del citado Eolos, con morada en Lípari, también el dios del fuego, Hefesto, tiene su fragua en las Eolias. Normalmente el perfil de estas islas se divisa desde la costa, especialmente el volcán Estrómboli, pero hoy había mucha nubosidad y una gran capa de bruma sobre el horizonte que nos lo ha impedido.
Antes de llegar a la bella Tropea, famosa además por su cebolla roja, como decíamos ayer, hemos tenido un par de pinchazos, lo que ha hecho que llegáramos un poco más tarde de lo pensado, justo a la hora de comer. Nos hemos sentado en la terraza de un pequeño restaurante y hemos pedido unos spaguetti y una ensalada, ambos condimentados con las famosas cebollas, que estaban riquísimos. Después hemos aprovechado para pasear un poco.
Tropea está ubicada en un promontorio rocoso frente al mar y tiene un peñasco frente a ella en el que se encuentra el símbolo más reconocible de la ciudad, el islote de Santa María de la Isla. Es un pueblo agradable de callejuelas estrechas y palacios decadentes, cuando no en ruinas. Desde aquí salen barcos para visitar las islas Eolias y hemos estado tentados de hacerlo, pero el próximo partía dentro de dos días y era mucho esperar.
Así que hemos continuado el camino, aunque nos ha costado arrancar. Los kilómetros van haciendo mella en nuestras piernas y la expectativa de las cuestas que nos esperaban no nos animaba demasiado. Al final hemos tenido una etapa bien completa, con viento de cara, frecuentes y generosas cuestas y pinchazos. Eso sí, el paisaje nos ha regalado bellas estampas, como el perfil de Cabo Vaticano o las aguas azul turquesa de los alrededores de Tropea.
Hemos acabado la etapa en uno de los muchos resorts de playa de la zona, que en esta época están prácticamente deshabitados y tienen precios bajísimos. Está ubicado entre el bello pueblo de Nicotera y el mastodóntico puerto de Gioia Tauro, el más grande de Italia.
Todo esta zona es terreno fértil para otro de los no tan idílicos fenómenos de la cultura calabresa, la ´ndrangheta. Esta palabra tan extraña, proveniente del griego, hace alusión a la organización mafiosa de Calabria, menos conocida que la Cosa Nostra siciliana o la Camorra napolitana, pero, según dicen, mucho más activa y poderosa en los tiempos que corren.
Mañana, antes de llegar a Villa San Giovanni, desde donde cruzaremos el Estrecho de Messina, tendremos que superar otro escollo montañoso de más de quinientos metros. Y es que en Calabria no hay término medio, o mar o montaña.
¡Alucinante viaje! Nos apasionan vuestras aventuras en bici, sois unos auténticos trotamundos.
Esperamos que sigáis informándonos de las siguientes etapas en vuestra nueva andadura.
Un saludo.
Muchísimas gracias por vuestro comentario, nos hace mucha ilusión ver que hay gente que comparte nuestra pasión por los viajes en bicicleta!. Por cierto, muy interesante el invento que os traéis entre manos!