Hoy hemos salido un poco más tarde de lo acostumbrado. Ayer hicimos la colada y esta noche ha llovido, así que hemos tenido que esperar a que la ropa estuviera seca. Poco después de partir hemos atravesado Anzio, lugar natal de Nerón y Calígula y, más recientemente, famoso por ser escenario de una de las batallas clave en la liberación del nazismo en Italia, el desembarco de Anzio. Cerca de aquí está Nettuno, pueblo cuyo nombre se debe a un antiguo templo en honor al Dios marino. Nettuno tiene un pequeño centro histórico medieval amurallado. Allí hemos comido estupendamente en el restaruante de la cofradía de pescadores.
Con la felicidad del bien alimentado hemos continuado el pedaleo. Por esta zona de la costa hay muchos tramos cercados por instalaciones militares. Suponemos que serán lugares de importancia estratégica pero le dan un toque un tanto siniestro, la verdad. La mayoría de las zonas urbanizadas que hemos atravesado son meros centros de turismo estival y no muestran demasiado atractivo. Lo bueno es que, al ser temporada baja, hay poco tráfico en la carretera litoral.
Mientras avanzábamos, íbamos viendo en el horizonte un monte bastante escarpado. Hemos venido debatiendo sobre si pertenecía a una isla o era parte de un cabo peninsular. Un poco más tarde hemos descubierto que nuestra duda era más que razonable. Un veterano ciclista con el que nos hemos encontrado, llamado Silvio, nos ha sacado de dudas.
El monte se llama Circeo, en memoria de la maga Circe. La tradición dice que aquí estaba el hogar de la mítica hechicera solo que, en la antigüedad, este monte no estaba unido a tierra firme, era la isla de Ea. Por si no conocéis la historia os hacemos un pequeño resumen (aviso, contiene spoilers de la Odisea).
Después del mal trago pasado en la isla de los lestrigones (Sicilia o Cerdeña, según autores), Ulises y los supervivientes de aquel infausto encuentro atracaron en la isla de Ea. Un grupo de ellos avanzó en misión de reconocimiento mientras que Ulises, con el resto de sus hombres, esperaba en la nave. Todos los que componían la avanzadilla, salvo uno, Euríloco, llegaron al palacio de Circe. En un principio, ella les dio una calurosa bienvenida y los agasajó con alimento y bebida pero, tras esto, gracias a sus oscuras artes, los fue convirtiendo en todo tipo de animales según su propia naturaleza, cerdos, leones, perros… Euríloco, que vio todo desde fuera, corrió a contárselo a Ulises. Este, al enterarse, salió en ayuda de sus hombres. Por el camino se le apareció Hermes y le dio una planta con la que esquivar los hechizos de Circe. Cuando llego al palacio de la maga, ésta le invitó a un banquete tal y como hizo con sus compañeros pero Ulises, gracias a la planta que le dio Hermes, no sufrió el hechizo. Así que se plantó ante ella y la obligó a liberar a sus hombres. Tras esto, parece que ambos hicieron buenas migas ya que Ulises se quedó un año conviviendo con ella.
No sabemos si el lugar en el que la tradición situa este episodio es al que Homero se refería, pero no importa. Lo emocionante es pensar que todos estos sitios pertenecían al universo cultural del mundo que vio nacer la fascinante historia de la Odisea. Y, ¿por qué no?, nos encanta dejarnos llevar por la idea de que algún día anduvo por aquí el intrépido héroe.
Así que nuestra razonable duda sobre si el monte Circeo era una isla o un promontorio en tierra firme ha quedado resuelta. Y, gracias a Silvio, hemos descubierto que el lugar es la mítica isla de Ea. Quién sabe si, al estilo de la antigüedad, Silvio no es sino un Dios encarnado en humano para ayudarnos a rememorar tan hermoso episodio.
Hoy en día, el monte Circeo está protegido como Parque Nacional y es un destino habitual para los amantes de la naturaleza. Nuestra etapa ha acabado en Terracina, un poco más al sur del mítico monte. Estamos en un camping entre la Vía Apia, que acabamos de estrenar, y el mar, bajo la majestuosa estampa de los restos del antiguo santuario de Jupiter Anxur. ¿Qué más se puede pedir a un Periplo Mediterráneo?