Bueno, ya hemos completado la tercera etapa y hemos llegado hasta la Costa Cantábrica. La verdad es que este tramo de la ruta lo habíamos hecho hace poco, a través de la Vía Verde del Plazaola (podéis ver el artículo del blog aquí).
El día ha salido espectacular, lo que nos ha permitido disfrutar de los preciosos paisajes de la ruta.
Ya sabíamos que los primeros cuarenta kilómetros tienen unas cuantas cuestas así que ya estábamos preparados mentalmente. Lo que nos ha dejado tocados ha sido una rampa del muchos% que nos hemos encontrado al intentar una ruta alternativa a la llegada a Lekunberri que hicimos la otra vez (que tambíen tenía lo suyo).
Menos mal que al llegar al pueblo hemos encontrado el bar Ainhoa, que nos ha devuelto las fuerzas en forma de chorizo a la sidra (capricho que nos ha entrado subiendo la cuesta) y callos, la típica dieta del deportista.
Después de Lekunberri la ruta sigue subiendo un poco pero de forma muy suave hasta llegar a un enorme tunel (de casi tres kilómetros) antes de pasar junto a Leitza. Estos tramos suelen estar iluminados pero dentro tienen mucha humedad (cuando no auténticas duchas) y las bicis han acabado rebozadas en barro.
El paisaje por el valle de Leitzaran es un espectáculo, y más cuando se tiene la suerte de cruzarlo con sol.
Así hemos llegado plácidamente, aunque algo embarrados, hasta Andoain. Allí, buscando una ruta para llegar a San Sebastián diferente de la que hicimos la otra vez, que no nos había convencido, hemos vuelto a encontrarnos con varias cuestas de las que escuecen. Nos hemos arrepentido bastante de nuestras ganas de innovar ya que la llegada a Donosti ha sido bastante más complicada que la anterior que hicimos (más cuestas y más coches). Entre el cambio de horario y los cambios de ruta hemos llegado justo al anochecer. Bueno, al menos hemos conseguido llegar bien aunque un poco cansados. Nos sacrificaremos y estaremos un día de descanso en esta ciudad donde no sabemos si podremos comer algo.