Oe, oe, oe, oe…Ya estamos en el fin de nuestro periplo.

Por un lado tenemos el dulce sabor de haber cumplido nuestro objetivo y la satisfacción de haberlo hecho a golpe de pedal pero por otro lado nos queda un regusto un poco triste por acabar un viaje que ha ido sorprendiéndonos cada vez más, pero todo tiene su fin. Y por si hubiera pocos motivos de celebración el Harris cumple hoy años (ver los kilómetros de la etapa). Si los años son como los kilómetros podemos decir que la etapa de la vida del Harris aún es muy corta, jeje.

Como veis la etapa de hoy ha sido corta, realmente un paseo en comparación con etapas anteriores. Queríamos dejar un final de viaje tranquilo, aunque en realidad ha sido un trayecto de continuas subidas y bajadas que, de haber seguido más kilómetros, nos hubieran pasado factura.

Lo cierto es que ha sido un recorrido muy bonito en cuanto a paisajes puesto que hemos seguido la bahía de Morlaix hasta la punta de Roskoff. Ha sido un reencuentro con el Océano después de unos cuantos días por el interior.

Hemos pasado por muchas tierras de cultivo de huerta que, por lo visto, tienen bastante fama. En Sant Pol de León son típicas las alcachofas, en Roskoff las cebollas rojas y en la isla de Batz las patatas.

Tanto San Pol como Roskoff son dos pueblos con mucho encanto, con calles de puro sabor bretón e iglesias con las típicas torres esbeltas de piedra características de estas tierras.

En San Pol hemos parada para dar un paseo por sus calles. Después hemos continuado rumbo a Roskoff siguiendo la línea de costa. Hemos entrado en el pueblo por el puerto nuevo desde donde salen los ferrys para Inglaterra, Irlanda e incluso, una vez por semana, España. Finalmente hemos llegado al puerto viejo, que es realmente donde se conserva el Roskoff más auténtico, con la grata sensación de llegar a buen puerto, nunca mejor dicho.

Finalmente han sido cerca de 1300 kms pedaleados sin prisa pero sin pausa durante 16 días que quedaran grabados como imborrable recuerdo en nuestra memoria.