Hemos llegado a un pueblo llamado Praia a Mare. Si venimos dos días antes nos hubiéramos encontrado con la cuarta etapa del Giro de Italia (Praia a Mare – Benevento).
Hoy hemos atravesado tres de las regiones del sur Italia, algo un tanto insólito en una etapa de 84 kms. Hemos salido de Campania, en la que llevábamos unos cuantos días, hemos llegado a Calabria, por la que andaremos las próximas etapas, y hemos cruzado la pequeñísima fracción costera de Basilicata.
En los primeros treinta kilómetros de la etapa nos hemos tenido que separar de la costa, puesto que la escarpada orografía ha obligado a los ingenieros a buscar pasos alejados del mar. En principio íbamos a intentar la ruta más corta, pero dos colegas de bici italianos que nos encontramos ayer en el camping nos lo desaconsejaron y nos sugirieron una variante con algún kilómetro más pero con menos pendiente. Hemos salvado el mismo desnivel que por la ruta que pensábamos hacer, cerca de 450 mts, pero subiendo por rampas menos agresivas. El camino ha sido todo un acierto, no sólo por habernos evitado algunos tramos de los que rompen las piernas, sino por la belleza del paisaje. Hemos salido de un camping junto a la playa y en unos pocos kilómetros estábamos pedaleando en plena montaña. Este es uno de los atractivos del Parque Nacional del Cilento y Valle de Diano, que contiene paisajes de mar, montaña y llanura, y todo ello trufado de historia y mitología.
Hemos rodeado el monte Bulgheria, nombre derivado de los búlgaros que repoblaron esta zona siglos atrás. La mayoría de los pueblos se ubican encaramados en escarpados promontorios, seguramente como método de defensa ante los ataques provenientes del mar. Un bello ejemplo es Roccagloriosa, uno de los más grandes de la zona.
Tras rodear el Bulgueria hemos vuelto al mar, como transportados de repente a otro mundo. Hemos tenido que rodear el golfo de Policastro, que realmente se extiende entre las tres regiones de las que hablábamos. En Sapri, un turístico enclave situado en una pequeña bahía, hemos parado a comer. Justo allí se pasa de Campania a Basilicata y se encuentra la frontera del Cilento y su parque Nacional.
La costa de Basilicata es igualmente bellísima, o más si cabe. A pesar de que ha sido un contínuo subir y bajar, hemos disfrutado de lo lindo. De repente, tras una curva de la solitaria carretera, nos encontrábamos con una pequeña ensenada de color turquesa, o con impresionantes escarpes cayendo verticalmente al mar.
Suponemos que en verano la zona estará masificada por el turismo pero nos cuesta entender que ahora no haya prácticamente nadie más que nosotros admirando tanta belleza, lo cual hace que nos sintamos aún más afortunados.
Ahora estamos en un camping frente a una pequeña isla, Dino, cuyo nombre parece ser que deriva de un antiguo templo dedicado a Venus. No sabemos si mañana nos tocará quedarnos aquí en parada forzosa ya que las predicciones meteorológicas anuncian lluvias durante todo el día.