Esta mañana hemos aprovechado para hacer unos apaños en las bicis, que ya lo iban necesitando. Hemos recurrido a Marco, un mecánico que regenta un taller no muy lejos del camping en el que estábamos. Nos ha dejado las bicis estupendamente y listas para reemprender el camino después de la etapa de descanso (bueno, más que descanso hemos cambiado las bicis por las piernas puesto que ayer nos dimos un buen paseo por todo el centro de Génova, según dicen el casco histórico más grande de Europa).
El rato de taller ha hecho que saliésemos más tarde de lo acostumbrado. Cruzar Génova no ha sido fácil, especialmente en la zona industrial del puerto, ya que no es una ciudad pensada para la bici.
Poco a poco hemos ido atravesando Génova, aunque para ello hemos tenido que pedalear más de treinta kilómetros. El área metropolitana de la ciudad se extiende por la costa, ya que hacia el interior está la montaña, lo que hace que tenga una longitud considerable. No obstante, el extrarradio de esta metrópoli nos ha deparado agradables sorpresas como la bella estampa de Bocadesse, un pequeño pueblo pesquero no muy lejano del centro de la ciudad.
Una vez más, el camino de hoy ha sido una delicia. Hemos pedaleado todo el día junto al mar con unas vistas espectaculares. Esta parte de la costa es realmente recomendable, tanto por la belleza de los paisajes como por lo atractivo de los pueblos que se van atravesando. También nos dejan boquiabiertos las bellas mansiones diseminadas por las laderas (las villas) muchas de las cuales están hechas con tan buen gusto como afán de ostentación.
Estos días no os hemos hablado de los olores. Os podemos hacer cómplices de nuestro viaje con las fotografías, que os muestran la belleza de algunos de los rincones del mundo que atravesamos, pero no podemos hacer lo mismo con el olfato y es una lástima porque es un placer inenarrable estar acompañado durante todo el camino de exquisitos aromas como el azahar, de los muchos naranjos que adornan los jardines de las villas, o de las lilas, que también abundan.
Hoy esperábamos hacer una etapa corta y tranquila para preparar la de mañana pero al final hemos acabado bastante cansados ya que nos ha tocado subir un par de cotas nada desdeñables. Nos lo tomaremos como un aperitivo para el puerto del Bracco (bueno, más que un aperitivo casí un “café torero” en toda regla).
En esta zona de Liguria es casi imposible escaparse de las cuestas, qué se le va a hacer, aunque su belleza, como hemos dicho otras veces, lo compensa con creces. Como anticipaba, la etapa prevista para mañana nos tiene un poco inquietos. Desde hace unos cuantos días el Passo del Bracco ocupa el altar de nuestra bestiario particular del viaje. Es un puerto, de unos quince kilómetros, en donde la carretera asciende hacia el interior para salvar los inaccesibles escarpes de la costa. No es tanto su dureza en las rampas lo que nos preocupa como su longitud. Bueno, confiamos en que la preparación de estas etapas previas nos haya dejado listos para el ascenso. Mañana os contaremos.
Justo en esta zona tan abrupta de la costa (costa llamada de los poetas por haber sido hogar de unos cuantos autores reconocidos como Lord Byron) se encuentra la comarca de las Cinque Terre, un lugar famoso por su carácter singular y pintoresco. Cuando lleguemos a La Spezia (pues esperamos llegar) seguramente aprovechemos para conocer estos lugares tan especiales.
Marco se hizo mecánico!!, me pregunto en qué se convertiría Heidi….
Jajaja, pues no se Celcuha, a Heidi no la hemos visto. Vive muy alto en la montaña y hasta allí no vamos a subir con la bici!!!
Un besico hermana!
las cinque terre espectaculares, a mi me encnataron. lo vais a disfrutar. pero informaros bien. cuando yo fui la carretera estaba bastante chunguina, mucha mucha cuesta…
si que recuerdo que desde la spezia se pueden coger un tren para pasar por los distintos pueblos.
cada vez que leo vuestro blog me entran ganas de coger la bici. muy chulo el viaje que estais haciendo.