Como ya va siendo tradición hemos buscado la panadería local para agenciarnos croisannes y brioches. Además hemos comprado un pan de pasas delicioso. A este ritmo vamos a volver con algún kilo de más, pero no todo va a ser pedalear. Hemos retomado la ruta dirección Soulac Sur Mer. A los del Burgo os resultará muy familiar este nombre. Nos hemos hecho una fotito con el cartel en el que pone que Soulac está hermanado con El Burgo de Osma (bueno y con tres pueblos más). Mayte estuvo aquí hace 21 años y claro, no se acuerda de casi nada. Bueno, el que sí que se debe de acordar mejor es su padre que se lo pasó pipa cuando estuvo por aquí, disfrutando del queso y los vinos.
Desde Soulac hemos seguido hasta Pointe do Grave, el lugar en el que se toma el barco para cruzar Le Gironde, la desembocadura del Garona al mar, que en este punto es inmenso. Por esta zona hay unos cuanto faros, algunos de ellos realmente bonitos.
El barco nos ha cruzado a Royan, una zona un tanto diferente en cuanto a su costa y sus playas.
Aquí la costa tiene roca en vez de dunas y las playas están encajadas en pequeños entrantes, casi al modo de las calas mediterráneas.
Hemos seguido el camino bordeando la costa hasta la localidad de Marennes, cruzando un brazo de mar a través de un puente. Este pueblo es famoso por sus ostras, de hecho por todas partes lo anuncian como la Villa de las Ostras. También hemos visto bateas de mejillones.
Después de este pueblo, que hemos bordeado más que cruzar, hemos continuado por un camino que atraviesa una zona de marismas organizadas en una multitud de canales, en la que se veía una gran cantidad de aves. Este tramo nos ha resultado muy atractivo pues ha supuesto un cambio de paisaje respecto a lo que veníamos viendo hasta ahora (bosque de pinos y costa).
A partir de aquí el tramo de vía que nos tocaba empezar está realmente mal, con mucho barro seco y profundas rodadas que hacen que las alforjas bailen más de lo normal con el consiguiente riesgo de problemas. Así que hemos decidido buscar una ruta alternativa por alguna carretera secundaria de la zona. Pero como ya llevábamos a nuestras espaldas 83 kms, hemos decidido buscar un camping cercano y descansar. Lo único que hemos encontrado en un radio de 10 km ha sido un camping cinco estrellas precioso, enclavado en el terreno de un antiguo castillo, parecido a uno que habíamos pasado unos kilómetros atrás.
De los precios ya no vamos a hablar más. El caso es que nos hemos metido un baño en la piscina (aunque parecía un aquapark nosotros nos hemos bañado en la de los niños). El camping está lleno de gente de Holanda y Gran Bretaña, claro tambíén hay franceses y, por el momento que sepamos, dos españoles.