
Como veis hoy hemos hecho una jornada más larga. Después de dormir a pierna suelta en la tienda bajo una constante lluvia nos hemos levantando con ganas de pedalear.
Tras desayunar en el camping de Hausen hemos retomado la ruta que ha seguido por el espectacular cañón que traíamos ayer. Constantemente vamos circulando por paisajes de postal y pueblos que parecen sacados de una maqueta. Mayte se está cansando de ver tanto verde, y no por el verde en sí puesto que le encantan estos paisajes, sino porque este verdor quiere decir que no para de llover (cosa que podemos afirmar en primera persona).

En la carretera ha habido algún repecho (las cuestazas de Mayte) pero en contra de lo que ella pensaba las está escalando como si fuera Alberto Contador (a excepción de un repecho del 20% que nos ha puesto en dificultades)

El camino está salpicado de pequeños pueblos con mucho encanto (hasta las granjas son dignas de postal, no como las de uralita y hormigón de nuestras tierras)

Constantemente nos vamos cruzando con grupos de gente en bicicleta, otros a pie… la mayoría parecen de por aquí. Tienen una forma muy curiosa de saludar (bajando la cabeza levemente; en España es justo al revés, allí subimos la cabeza muy exageradamente) También es de destacar el silencio de la gente en los pueblos, en los cafés…Bueno, también ayuda el que no se ve a ni Cristo en ningún pueblo (es un decir porque cristos de madera hay por todos los caminos). Nos encontramos a más gente en mitad del campo que en medio de las ciudades.

Hoy hemos comido en un precioso pueblo llamado Sigmaringen donde hemos aprovechado el wifi del restaurante para mandar el primer artículo de este blog. Nos hemos atizado un plato de pasta y una ensalada para coger fuerzas para la tarde. Hay que decir que sorprende que esto es más barato que muchos sitios de España: un plato de pasta y una ensalada 4,95€ en un sitio un poco pijo además. Está claro que con lo del euro nos la han metido porque allí los sueldos no son como los de aquí.

En medio de la etapa, y cuando ya habíamos cogido ritmo, nos hemos metido en un tramo mal indicado y hemos acabado pedaleando en mitad de un prado de hierba alta. Hay que reconocer que cabezones somos un rato porque ya se veía venir que eso, camino camino no era. Nos hemos convencido cuando hemos llegado al borde del río y para seguir adelante había que nadar. En nuestra contra tenemos que decir que llevamos gps. A nuestro favor que aún no sabemos usarlo.

Al final hemos acabado la etapa en un pequeño y bonito pueblo llamado Munderkingen. Estamos en un camping un tanto peculiar porque no hay recepción (en realidad es un prado con un barracón de duchas). Para que te cobren hay que llamar al cristiano que lo lleva,así que si por la mañana no aparece creemos que nos va a invitar a la velada.
Bueno, pues esto es todo por hoy. Vamos a dormirnos que ya es muy tarde y hace un rato que todos nuestros vecinos duermen (son las 22:00h, joder)